viernes, 5 de septiembre de 2014

La situación de la mujer en la INDIA



La religión hindú -parangonando en importancia a dioses y diosas- lanza el mensaje de la igualdad y no fomenta ningún tipo de discriminación sexual. Pero la realidad social es distinta y ha provocado muchas veces la supeditación, especialmente a partir del influjo de la llegada de los diversos dominadores musulmanes de la India. La situación de la mujer en la India ha experimentado cambios desde el siglo XIX. Todo esto ha ayudado mucho a mantener una ventana abierta a la libertad de la mujer, aunque sigue habiendo intransigencias. Participa: María Teresa Román López, Profesora de Filosofía (UNED).

viernes, 8 de agosto de 2014

LULLABY FROM THE EARTH (Nana desde la tierra)



Agradecemos a América Arenillas que ha puesto voz al poema de Cova de Onga y a ella por componer y cantar esta canción con la que empezamos a tejer estos Jardines de Ariadna en un teatro...

martes, 1 de julio de 2014

Rosa Montero y el duelo


Rosa Montero, Autora de 'La idea ridícula de no ... Por periodistadigital



La ridícula idea de no volver a verte

Cuando Rosa Montero se reflejó en Marie Curie

La escritora reflexiona sobre el duelo y la vida en su nuevo libro, escrito tras la muerte de su pareja en 2009

Rosa Montero, fotografiada en su casa de Madrid. / BERNARDO PÉREZ
Principio-puñetazo: “Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos”. La frase con la que Rosa Montero arranca su último libro es dinamita existencial; también el comienzo de un viaje repleto de bifurcaciones improvisadas hacia cualquier parte. La ridícula idea de no volver a verte (Seix Barral) es un libro extraño, híbrido, subyugante como los ojos de una cobra, que se abre pensando encontrar amargura tras esa frase-puñetazo y que se sumerge en aguas luminosas sobre el placer de vivir o la libertad de elegir. ¿Su adiós al duelo por Pablo Lizcano, su pareja durante 21 años, que falleció en 2009 tras un cáncer? “Sí y no. Nunca me había propuesto hacer un libro sobre la muerte de mi pareja. Soy muy pudorosa. Mis novelas no tratan sobre temas autobiográficos. He empezado a hablar y escribir cuando el duelo era no solo mío, sino de todos. No es un libro sobre el duelo, o no solo. Creo que es un libro que celebra la vida, luminoso”.
En realidad es una caja mágica de la que van saliendo tesoros: detalles autobiográficos, retazos de la vida de Marie Curie, fotografías históricas y personales, reflexiones sobre la pérdida y la intimidad, hashtags, confesiones, deseos, literatura. La escritora lo emparenta con La loca de la casa, aquel inclasificable y delicioso ensayo sobre la escritura y la vida que publicó en 2003. La ridícula idea de no volver a verte nació de un tirón —algo infrecuente en su proceso creativo: dedica unos tres años a cada novela— y derivado de un encargo. Elena Ramírez, acaso con las luces largas de la editora, le pidió a Montero un prólogo para acompañar un librito excepcional, el diario que Marie Curie escribió durante el año posterior a la muerte de su marido, Pierre.
Incluso en esos momentos de dolor, algo puede hacerte feliz a ratos”
El paralelismo circunstancial entre ambas era evidente, y a ello se sumó la admiración. La escritora se rindió a los pies de esa científica irrepetible —Nobel en dos ocasiones— que logró aislar dos elementos, el polonio y el radio, trabajando en una especie de cobertizo y que tuvo pasiones igual de radiactivas. Compró biografías y descubrió que, más allá de lo consabido, numerosos aspectos demadame Curie eran poco conocidos. “Cuando leí su diario fue como encontrar un espejo de aumento sobre mis reflexiones. Además, acabo de cumplir 62 años, estoy en un momento lógico para intentar entender la vida, cuál es el camino hacia la libertad más allá de lo que esperan los otros de ti, intentar ser libre de verdad, algo tan difícil, y ser feliz”.
Marie Curie se trastornó con la muerte de su marido, atropellado por un coche de caballos en abril de 1906. Prohibió a sus dos hijas que mencionasen al padre en su presencia. Sentía ganas de aullar. Durante dos meses guardó en su armario ropa con restos de sesos de Pierre, a los que tal vez besaba. Nada que ver con la primera imagen que Albert Einstein se formó de ella: “Madame Curie es muy inteligente, pero es tan fría como un pez”.
“El dolor puede volverte loco”, afirma Montero. “Marie Curie se volvió loca durante un tiempo. Era una personalidad complejísima”. La reacción ante la muerte desata fenómenos extraños. En el libro la autora de Historia del rey transparente detalla los suyos: “Desde que murió no solo echo de menos su presencia, seguir viviendo con él y verle envejecer, sino que también añoro su pasado. Las muchas vivencias que no conocí”. Ante su duelo, la escritora hizo lo que creía que tenía que hacer: se mudó de casa, se deshizo de su ropa, tapizó el sillón favorito de Lizcano. Luego se arrepintió. “En esos momentos tratas de responder más a las exigencias de los demás que a las propias. En España, y yo también lo hacía, cuando se muere alguien, llegan tus amigos y te dicen ‘Llora, llora’ sin entender que estás agotada, tan noqueada que no encuentras las lágrimas. Y a los dos o tres meses, justo cuando tú estás empezando a llorar, todo el mundo empieza a decirte ‘Venga, se acabó, vete al cine, alegría, alegría’. Los duelos son muy largos, no hay recetas, que cada uno haga lo que pueda. Dos años después te sigue doliendo la pérdida, pero el duelo tampoco es un túnel cerrado, la vida es tan maravillosa que incluso en esos momentos cualquier cosa te esponja el corazón y puede hacerte feliz a ratos. Hay que saber cómo colocar el dolor y cómo reinventarse porque ya no volverás a ser la misma”.
Con el tiempo, Montero se ha incorporado al grupo de artistas que había denostado por exponer un desgarro brutal en público. Piezas durísimas y poéticas, como Tears in heaven, de Eric Clapton, o Paula, de Isabel Allende, creadas tras la muerte de sus respectivos hijos, le parecían hace años un impúdico tráfico con el dolor. Ya no. “He ido siendo menos radical. Cada uno lo maneja como puede, pero el sentido último de la escritura es intentar encontrar un sentido al mal y al dolor, aún sabiendo que no lo tienen”.

jueves, 8 de mayo de 2014

Introducción a Jardines de Ariadna


introudccion 0001 from esmeralda on Vimeo.
Alejandra Rey pone voz a un fragmento de la introducción de Jardines de Ariadna, en estas palabras están la sclaves para entender el viaje por los tres jardines que conforman nuestro libro. Gracias Alejandra.

lunes, 5 de mayo de 2014

Prólogo de JARDINES DE ARIADNA por Alejandra Rey



prologo 0004 from esmeralda on Vimeo.
Alejandra Rey ha leído nuestra obra y nos ha deleitado con este prólogo que invita a adentrarse en los tres jardines....
Gracias Alejandra.

La escritora "afropolita" Taiye Selasi trae a España su éxito Lejos de Ghana


Madrid, 20 feb (EFE).- Precedida por el apoyo de la crítica y de autores como Toni Morrison o Salman Rusdhie, la escritora Taiye Selasi trae a España "Lejos de Ghana", una novela sobre el desarraigo y la diáspora de una familia africana, que ha sido todo un éxito, se ha vendido a 16 países y traducido a nueve idiomas.
Selasi, creadora del término "afropolitas" con el que designa a toda una generación de africanos profesionales y cosmopolitas repartidos por el mundo sin tener un lugar concreto de residencia, nació en Londres hace 35 años, aunque se educó en Massachusetts, en Estados Unidos.
Hija de padre ghanés y madre nigeriana, Taiye Selasi estudio en Yale y Oxford, y durante este periodo conoció a la premio nobel Toni Morrisom, quien la apoyó en su primer texto literario, y así nació "The Sex Lives of African Girls", publicada por Granta. Y después vino "Lejos de Ghana", que entusiasmó a Andrew Wylie, el gurú de los agentes literarios.
Y ahora esta historia de la familia Kweku, que entrelaza las historias sobre la separación y el reencuentro de varias generaciones y culturas desde África occidental hasta Nueva Inglaterra, pasando por Londres y Nueva York, llega en español, editada por Salamandra, y como representante del "afropolitismo".
"Afropolitismo describe un tipo de experiencia, que en principio solo pensaba que la había sentido mi familia y mis amigos, hasta que, hace diez años, me di cuenta de que era una cuestión compartida por muchas personas. Haber nacido en Ghana o en Kenia cuando estás fuera no tiene mucha importancia, sí la tiene ser africano", explica la autora a Efe.
"Lo importante es el hecho no la etiqueta", precisa Selasi en un inglés trufado de un italiano perfecto y cantarín.
Y es que esta mujer de color y de gran belleza vive desde hace tres años en Roma, donde asegura que se siente agradecida y feliz, y donde actualmente participa en un programa de televisión sobre escritura.
"Vivir rodeada de belleza por todas partes no tiene precio -dice- y es la mejor fuente de inspiración para un creador. Cada día que paseo por las calles descubro una iglesia nueva, una escultura o una pared a la que le da una luz especial", subraya.
La experiencia de no crecer en un lugar fijo, el asunto de la identidad y la separación es un asunto nuclear en el libro y en ella misma.
"La sensación de no ser de ningún sitio ayuda a escribir y en mi caso recojo todas las fuentes y las piezas de mi cultura y de mi pasado -argumenta- porque en el libro está reflejado la cultura yuruba de mi madre, la espiritualidad con la tradición folclórica y musical o la tradición musical también de mi padre". Ambos se conocieron cuando estudiaban medicina en Zambia.
Yo, además, estudié chelo y piano cuando estaba en Bostón y también el hip hop, de mi paso adolescente en Estados Unidos. Y todo eso está en mi escritura, como mi amor por los mitos griegos o el latín", subraya esta mujer que también escribe guiones y hace fotografías.
En "Lejos de Ghana", Selasi cuanta la historia de Kweku Sai, un reputado cirujano formado en Estados Unidos que muere repentinamente en su casa de Accra a los 57 años, una muerte que tendrá consecuencias en todos los miembros de la familia de Kweku, a la que había abandonado años atrás en América
Pero la historia de esta familia podría ser la historia de otra familia cualquiera en otro país con parecidas circunstancias híbridas.
"Esta es la historia de seres humanos, de una familia, de sus vidas y relaciones y eso pasa en cualquier sitio, porque es una saga familiar y eso es algo universal, aunque los personajes de África occidental, de Nigeria y Gana. Las geografías que más me interesan son las humanas. los paisajes interiores", sostiene esta creadora, que dice que no tiene muchas fronteras ni límites.
"Me siento en casa en todas las partes. No tengo fronteras. Soy un país fácil de invadir; eso es algo positivo para un escritor, no para una mujer, pero bueno para un escritor", concluye.
Por Carmen Sigüenza.


África

Bonita costumbre de esta tribu africana... ¡¡¡SAWABONA!!!
En esta tribu, cuando alguien hace algo perjudicial o incorrecto, ellos llevan a la persona al centro de la aldea y toda la tribu viene y lo rodea.
Durante dos días, le dicen "todas las cosas buenas" que él ya ha hecho.
La tribu cree que cada ser humano viene al mundo como un ser bueno, deseando seguridad, amor, paz y felicidad.
Pero a veces, en la búsqueda de esas cosas, las personas cometen errores; errores que la comunidad ve como un grito de socorro.
Entonces, la tribu se une para levantarlo; para reconectarlo con quien es realmente, hasta que él se acuerde totalmente de la verdad, de la cual se había desconectado temporalmente: "Yo soy bueno".
SAWABONA, es un saludo usado en África del Sur que quiere decir: "Yo te respeto, yo te valorizo. Eres importante para mí".
En respuesta, las personas contestan SHIKOBA, que es:
"Entonces, yo existo para ti".
Fuente: Sólo Buenas Noticias - Only Good News.

martes, 22 de abril de 2014

Las PATRONAS ( II PARTE)

LAS PATRONAS (PARTE 2)

Mar 26, 2014Escrito por  Donovan Hernández/Ilustración: Joshua Hernández
Las patronas (Parte 2)

II. ¿Cuántas bocas caben en un tren?

Rompiendo tabús
“Una vez corretearon unos migrantes donde pasa el tren, acusándolos de robarse algo”, relata Leonila. “La patrulla de Amatlán llegó, la tía se opuso a que los arrestaran. El policía dijo que si le roban algo, que no cuente con ellos.” Pero la tía, rompiendo todos los prejuicios hacia los migrantes generados dentro de la comunidad, los defendía diciendo que se trataba de personas con hambre, con necesidades igual que uno. No eran ladrones.
Sus reacciones sorprendían a tirios y troyanos. Algo había cambiado definitivamente.
Las autoridades (que siempre se sienten incómodas con la iniciativa autónoma de la sociedad) son consecuentes: no las apoyan; en el pueblo dicen, en un despliegue de humor involuntario, que el gobierno les daba dinero para hacer su trabajo “filantrópico” (cosa que de no ser surreal sonaría a broma de puritito humor negro); ellas continúan, titanes con hombros de mujer, alzadas contra el desprecio (al que antes se le llamaba derechamente xenofobia), mostrando que a veces la fuerza está en la voluntad y que si se quiere se puede. Y voluntad no les falta. La imagen es impresionante: a orillas del tren, las mujeres dan pan a personas que son más fugaces que cualquier estrella y generan la efímera comunidad que se regodea en el sencillo milagro de este placer, intensificado por obra de la acción ¡Aquí está México poetas! ¡Aquí está la rosabaila aquí! Ya entrados en símbolos, recuerden que el tren todavía en el optimista e industrial siglo XIX era el emblema del progreso y la pax porfiriana (siempre y cuando la canción trate de mexicanos) y que hoy está asociado al fracaso de la modernidad que transporta fuerzas de trabajo inabsorbibles para América Latina. Pero, ¿de verdad son inabsorbibles? En esta apartada orilla, cuyo nombre es Amatlán, donde los trenes no hacen parada y siguen su travesía al norte, se entrelazan flujos migratorios; transportes desvencijados que, por peor nombre, se les conoce como La Bestia (tan humanas son Las Patronas que, a ver, ¿quién se acordaba de la mala fama del tren?); amas de casa devenidas en defensoras de derechos de los hermanos centroamericanos; construcción de la solidaridad desde abajo y la lucha diaria por una planetarización que no olvide a todos los que son del color de la tierra. Por si fuera poco, estos ingredientes se cuecen en una cacerola de barro donde se regodea la amistad entre extranjeros. Todos los caminos llevan a Las Patronas.
… O deberían.

Para todo mal, ¡autogestionar!
Por el Municipio de Amatlán cruzan los trenes. “En Medias Aguas se juntan dos rutas: una que viene de Tenosique, Tabasco; la otra que sale de Arriaga, Chiapas, que llega a Tierra Blanca y de ahí pasa por La Patrona”. De ahí, de su raigambre en la localidad, surge el mote con el que todos las conocen. Las Patronas designa menos una cualidad de carácter que una ubicación en la tierra. Las dadivosas cuentan que hay temporadas en las que el flujo migratorio sube, y otras en las que se estabiliza. “En diciembre bajó, el primero de enero aumentó” -refieren escuetamente. “En temporada de calor vuelve a aumentar ¡Hay trenes con más de mil gentes!” La mayor angustia de estas mujeres es que la comida no de abasto para todas las bocas que caben en un tren. Diario cocinan entre 8 o 10 kilos de arroz. Según sus cálculos, en verano han llegado a cocinar hasta 50 kilos del cereal y demás leguminosas. Cada día salen dos trenes.
Apenas este año se han incorporado al trabajo dos varones: el esposo de una tía y un jovencito, adolescente. Todas las demás son mujeres, 15 asombrosas mujeres para ser exactos.
Leonila, sin ningún ostento, me cuenta que en 2013 las postularon para el Premio Nacional de Derechos Humanos; el cual recibió su tía Norma Romero a nombre y representación de todas. También recibieron el Premio Nacional de Acción Voluntaria en 2014, otorgado por SEDESOL y el DIF nacional.

Habla la tía
Silencio: al fin la tía, Fabiola González, se anima a charlar. Hasta ahora había escuchado a su sobrina, asintiendo calladita, cargando a una bebé que tendrá un ejemplo increíble. La escucho pasmado. Pregunto qué cosa era la que su entrega a los migrantes había cambiado en ellas. “Conocerlos”, dice sin más. “Pensaba que iban por gusto. Con el trato fui viendo que era necesidad, darles mejor vida a las familias.”
Les da gusto cuando saben que sus amigos llegaron bien. Su paga, dicen, “son las bendiciones que nos dan.”
Desde entonces no son solamente amas de casa, madres, esposas, cabezas de familia. Cada mes iban a una presentación como invitadas, se formaban, aprendían, pero sobre todo enseñaban. Fueron a la UNAM en una semana de la solidaridad. Dan pláticas en la Ibero, el ITAM; en todos lados las invitan a charlar. Las llevan a salones; se forman grupos que se interesan activamente, que participan. Cuando van a las escuelas, los estudiantes (comunidad siempre solidaria) organizan recolectas y les llevan víveres. La gente de Baja California, Monterrey y otras regiones del norte que ven su portal en internet les preguntaban cómo podrían ayudar. Abrieron una cuenta donde reciben donaciones.
Pero su preocupación, dice la tía, es “que venga un tren con más de cien”.
La tía ríe.

¿Cómo definirían la solidaridad con sus propias palabras?
Les pregunto.
Leonila sonríe. Será que acaso no lo ha pensado, será que lo sabe de más. En ellas la práctica siempre estuvo por delante de la teoría. Recompone, contesta mientras cuida las manitas del pequeñín que quiere jugar con el chile, con el Polvo de oro:
“Que no haya más violencia. Respetar el derecho a migrar, migrar no es un delito; pues hay tantas violaciones contra estos hermanos… Tienen los mismos derechos que nosotros, a que les demos la mano. También sus gobiernos no están haciendo nada; cuantos muertos y mutilados hay. Hay que actuar.”
A Leonila y a Fabiola les preocupan los hombres que han sido mutilados, y mucho. Exigen atenciones especiales para ellos.
“Mientras nadie nos diga nada por ayudar a los migrantes, seguiremos apoyando.” Aseguran y cumplen. La nueva legislación en materia de Protección a Migrantes del Instituto Nacional de Migración, implementada en noviembre de 2012, reconoce actualmente la figura de mujeres como Las Patronas, que se dedican a dar asistencia humanitaria.
Ellas son muy conscientes de su trabajo, de su impacto y de sus posibilidades reales.
“Por momentos se atiende el hambre.” Pero bien saben que lo que los migrantes sufren “a veces son secuestros, violaciones. Nosotras aportamos un granito de arena. Sepamos escuchar y distinguir un migrante de quien se hace pasar por migrante. Un migrante pide agua, ropa, zapatos, una noche de descanso.” Y sin embargo, igual que el pan al que cantaba José Emilio Pacheco, Las Patronas acompañan la dicha de la amistad entre desconocidos, la viva imagen de la solidaridad humana. Estoy seguro de que los migrantes, como en la Alabanza del poeta, les piden que reciban sus gracias por liberarnos de hambre y odio.

¿Qué te dicen a ti?
“Que charlen con ellos, que se conozcan y que mañana pueden ser nuestros hijos, nuestros nietos. No a la discriminación."

***

Pueden obtener más información directamente por medio del correo: lapatrona.laesperanza@gmail.com. También por los teléfonos: 045 271 710 4875 / 045 271 149 4037. También encontrarán formas de comunicarse en su portal web:http://ayudahumanitarialaspatronas.blogspot.mx/

Las Patronas ( I Parte)

LAS PATRONAS (PRIMERA PARTE)

Mar 17, 2014Escrito por  Donovan Hernández
Las patronas (primera parte)

 Con ilustraciones de Joshua Hernández
Gracias Quele

Pan que al romperte dejas escapar
 el calor de la tierra, la humedad
 de aquel suelo en que fuiste espiga,
 danos
 el sencillo milagro de este placer,
 acompaña la dicha de la amistad
 y una vez más recibe nuestras gracias
 por liberarnos de hambre y odio.
José Emilio Pacheco, “Alabanza” en Miro la tierra

I. Mujeres del cañaveral
Si recorres suficiente tiempo la Avenida Universidad, no tardarás en llegar a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Ya sabes, la que tiene los muros empedrados y es de color gris; sí, enfrente del Metro Viveros. Allí se encuentran dos mujeres que por sonrisa llevan dos sandías que no les caben en el rostro. Te contagian; te abren un mundo nuevo, mucho mejor. Reposan merecidamente en una esquina, luego de una jornada completa atendiendo su mesita con esmero. Cuidan a sus niños, informan de sus productos a todos los que se acercan con curiosidad; ofrecen un chilito especial, le dicen Polvo de oro, venden café. Estas mujeres –especiales, son como cualquiera- hicieron algo extraordinario: se organizaron solas para auxiliar a los migrantes centroamericanos, quienes a diario pasan por el Municipio de Amatlán de los Reyes, Veracruz, a treinta o cuarenta minutos de Córdoba.
Muchos las llaman Las Patronas, llevan 19 años enseñando a universitarios y sociedad civil, a gobernantes y poderes federales el significado de la solidaridad. Gracias al equipo de Llévate mis amores, que realizan un documental sobre sus esmeros, me enteré que estarían en aquel lugar simbólico. El 26 de febrero charlamos con Leonila Romero y con su tía Fabiola Gonzáles Herrera.

El tren de las Moscas
“Iniciamos en 1995. Bernarda y Rosa compraron pan y leche para consumo familiar. A las siete, de regreso a casa, el tren iba pasando.” En él, agazapados con su esperanza de una vida digna y trabajo, venían varios migrantes; “iban distribuidos de dos, tres personas en cada vagón”, nos dice Leonila. “Les empezaron a gritar que tenían hambre, que si no les regalaban el pan.” Antes la familia de Bernarda se refería a ellos como los Aventureros, los llamaban el Tren de las Moscas: ese era el decir de los abuelos, era el decir de varios en el pueblo; pues estos intrépidos viajeros arriesgan su vida, mientras se sujetan con todas sus fuerzas a la madera de los trenes. Para que esa fuerza no se evaporara, para que arribaran a su destino, las modestas Bernarda y Rosa regalaron el pan.
Algo ocurrió entonces, algo que cambiaba para siempre su lugar en el mundo. Un acto fundacional:
Las generosas mujeres que lanzaban su escaso alimento a los migrantes, recibieron a cambio una retahíla de gratitud; un enjambre de palabras encantadas, sólo para ellas.
Fueron colmadas de bendiciones. Así relatan.
Llegaron a casa, a platicarlo con la abuela Leonila Vázquez (que se llama igual que nuestra entrevistada, al menos la que platica con más desenvoltura).

Hacer lonches
Las mejores historias comienzan con una pregunta sencilla: “¿Y por qué no nos organizamos para hacer lonches?” Los domingos –era costumbre- se reunía la familia para convivir, platicaron entonces. Empezaron a hacer cazuelas de arroz, salsa de huevo, fueron por 400 pesos de tortilla. “¿Pero cómo vamos a aventarles los tacos así nomás?” La abuela compraba bolsas para lanzar los taquitos, proyectiles de la esperanza, pues el tren pasa a toda velocidad y nadie puede detener el andar del transporte improvisado de cientos de “hermanos centroamericanos”.
Así fue hasta el 2000, cuando unos estudiantes del Tec de Monterrey llegaron a la Casa del Migrante de Orizaba. Varios de ellos, nos dice Leonila, hicieron sus tesis sobre migración. Allí les dieron referencia de unas mujeres que daban de comer a los migrantes. Los chicos, impresionados, fueron a buscarlas y fue ese mismo año que las solidarias mujeres se enteraron por primera vez que todas esas personas, a las que habían alimentado por cinco años sin pedir nada a cambio, tenían una condición específica: eran migrantes, venían de Centroamérica. Para ellas, sólo eran humanos; como tú y como yo, hermanos a quienes procurar por el simple hecho de que viven y son vulnerables. Los muchachos, preocupados, les dijeron que debían tomar talleres, informarse sobre los derechos humanos. “Antes era un delito dar de comer a los migrantes” –recuerda la jovial Leonila entre risas. Entonces comenzaron a participar en foros y diplomados. Llegó, sin esperarse, algo de reconocimiento.

Un quelite del cañaveral
2005 fue un punto de inflexión para Las Patronas. Ese año, un estudiante del Tec grabó un corto sobre ellas. Empezaron a tener apoyo de Universidades, pues a la fecha no cuentan con respaldo en su pueblo; en su localidad, sólo la familia las apoya. Actualmente reciben ayuda del D.F. y Jalapa, entre otras regiones de la República. Pero antes, todo lo hacían con sus propios recursos.
El flujo migratorio comenzó a subir, sus bolsillos lo sabían. Hubo que resolver, no iban a cejar; no iban a dejar de repartir esperanza en forma de lonches para todos aquellos abandonados de la globalización. Todos les habían dado la espalda: gobiernos, instituciones, el mundo entero; pero ellas no, ellas eran más fuertes que todo eso: son inquebrantables.
Entonces la abuelita se iba al campo, al cañaveral, a recoger quelite; lo preparaban con rajas. Recogían naranjas y caña, todo lo que encontraban regado en el campo.
En el 2000, un padre de Peñuela les pregunta si hacía falta pan; entonces supieron que los centros comerciales daban esa merma, el pan que no alcanzaban a vender. Y lograron reabastecerse para seguir entregándoselo a los tránsfugas de la pobreza.


Breve nota aclaratoria: Respecto del artículo anterior, publicado en febrero del año que corre, Ana Andrade me solicitó atentamente que hiciera una breve aclaración en relación al episodio final relatado allí. Acerca del polémico evento que implicó a casi 300 migrantes que saltaron la barda divisoria del territorio nacional, Ana desconoce totalmente la identidad de los organizadores y no puede afirmar que se tratara de artistas en específico. Por lo demás, se encuentra muy contenta con el reportaje.

LLévate mis amores



Iglesia acosa a Las Patronas y a curas que defienden migrantes

GDF
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Foto: Manuel UresteLas patronas, mujeres veracruzanas que lanzan comida a los migrantes en tránsito en los trenes.
Los padres Alejandro Solalinde y fray Tomás González, fundadores de los albergues para la atención de migrantes de Ixtepec (Oaxaca) y Tenosique (Tabasco), respectivamente, informaron que “la cúpula de la Iglesia” ha emprendido una estrategia orientada a “desplazarlos” de la Pastoral de la Movilidad Humana, y aislarlos junto con otros curas que, por años, han encabezado la defensa de indocumentados que cruzan México con rumbo a Estados Unidos, así como la denuncia de los abusos que sufren.
Reunidos en la preaudiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos relativa a criminalización de migrantes en México, que se realizó ayer 19 de agosto en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, ambos defensores de indocumentados coincidieron en que la intención de aislarlos, emprendida por la “oficialidad” católica, responde a que “los integrantes de la cúpula católica no actúan como pastores, sino como funcionarios del Estado de El Vaticano, y esta jerarquía se lleva muy bien con las actuales autoridades del país, para esta jerarquía todo está bien, no pasa nada, a pesar del calvario que todos los días enfrentan los migrantes, y simplemente no se puede estar del lado de la gente, abajo, y al mismo tiempo estar del lado de quienes la está haciendo sufrir y la oprimen”, señaló Solalinde.
Por su parte, fray Tomás González informó que “a finales de mes se va a realizar un nuevo encuentro,  y ahí se van a tomar definiciones importantes en torno a la línea de acción que debe seguir la Iglesia en el tema de los migrantes: actualmente la pastoral está encabezada por el mismo grupo del Estado de México que el año pasado cerró el albergue de Lechería, a pesar de que esto significaba elevar los riegos que enfrentan los centroamericanos que llegan hasta ese punto, y por otro lado estamos quienes creemos que la defensa de los migrantes va más allá de lo asistencial y pasa por la denuncia de quienes son responsables de su sufrimiento: los criminales y las autoridades corruptas, que los persiguen, roban, violan, extorsionan, secuestran, torturan, desaparecen y asesinan.”
Las Patronas, acosadas
“El mejor ejemplo de la relación de conveniencia de la jerarquía católica con las autoridades –señaló Solalinde– es Veracruz, donde están algunos de los puntos más peligrosos de la ruta migrante, y en donde la jerarquía católica se lleva de maravilla con el gobernador en turno, Javier Duarte, tanto como lo hizo con su predecesor, Fidel Herrera, aún cuando ninguno hizo nada por detener el calvario de la población transmigrante.”
En este estado, añadió, la Iglesia se ha prestado, incluso, para tratar de cooptar a una de las agrupaciones civiles más destacadas en materia de ayuda humanitaria a migrantes, Las Patronas, el grupo familiar que arroja alimentos a los centroamericanos que cruzan por Amatlán, a bordo del tren que va al norte, a las cuales “las han desautorizado, y eso yo lo escuché personalmente, porque no se han sindicalizado con la jerarquía de Córdoba, no trabajan para el obispado de Córdoba, y aunque son fieles católicas, no son una feligresía dócil, y por eso las desconocen, a pesar de que ellas son un símbolo profético y de servicio, eso le duele a la jerarquía de Córdoba”.
Y esto, remató, por su parte, fray Tomás González, “hay que decirlo públicamente: nuestras hermanas Patronas están siendo acosadas por nuestra Iglesia, esa Iglesia a la cual pertenecemos, y como ellas, hay un sinfín más de defensoras y defensores de migrantes víctimas del acoso.”


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