lunes, 21 de mayo de 2012

Irán será gobernado por una mujer


Irán será presidido un día por una mujer: Shirin Ebadi

He padecido cárcel por defender los derechos humanos en Irán: ésta es mi política: Soy musulmana

02/12/2006 - Autor: Victor M. Amela - Fuente: La Vanguardia


Shirin Ebadi.
Shirin Ebadi.
Tengo 59 años. Soy iraní y vivo en Teherán. Soy abogada desde 1969 y fui de las primeras mujeres jueces en Irán: presidí la Audiencia de Teherán hasta que choqué con Jomeiny en 1979. Estoy casada y tengo dos hijas, Negar (26) y Narges (23). He padecido cárcel por defender los derechos humanos en Irán: ésta es mi política. Soy musulmana
- Dicen que la invasión de Irán está decidida.
– ¡Qué error catastrófico! ¡Todos los iraníes se apiñarán en torno al régimen de Ahmadineyad contra cualquier invasor! La inmensa mayoría de los iraníes quiere democracia, ¡pero combatirá toda injerencia!
– ¿Y usted?
– He padecido cárcel como abogada por reclamar derechos humanos y democracia desde el seno de la sociedad iraní: sé que un ataque externo reforzará al régimen liberticida.
– ¿Por qué la encarcelaron?
– Defendía a la familia de un estudiante muerto por la policía en 1999, y presenté pruebas de la culpabilidad policial... El juez me quitó la razón, perdimos el juicio... ¡y me envió a mí a prisión!
– ¿Por qué decidió un día ser abogada?
– Mi padre era un abogado amigo del doctor Mosader, primer ministro de la época del Sha. Mosader se hizo muy popular porque nacionalizó el petróleo. El Sha receló de su popularidad... ¡y se lo quitó de en medio!
– ¿Cómo?
– Mediante un complot urdido con la CIA. Le confinaron en su casa, donde murió. La gente próxima a Mosaded desapareció o fue marginada. Mi padre quedó en paro... Y Estados Unidos hundió sus tentáculos en Irán.
– ¿Cómo era aquel Irán de su juventud?
– Opresión política y libertad para lo demás: cada día abrían bares, hoteles, cafés, las calles eran pasarelas de glamour, todos competían por ir a la última, las mujeres no estaban obligadas a llevar pañuelo...
– ¿La gente estaba contenta?
– Había descontento político. Y, anulados por el Sha nacionalistas y comunistas, el descontento lo catalizaron los líderes religiosos: el malestar político derivó en crítica hacia “qué frívola y superficial es esta sociedad...”.
– ¿Ahí se larvó la revolución jomeinista?
– Sí, al grito de “¡independencia y libertad!”. Fue un grito nacionalista, de independencia respecto de Estados Unidos. Y, por otra parte, ¿quién no desea tener libertad?
– ¿Qué pensó usted de aquella revolución?
– ¡La apoyé! ¡Quería independencia y libertad! Y, precisamente por eso, pronto discrepé: si bien Irán ganó su independencia (¡y hoy es un país de verdad independiente!), los iraníes no tenemos libertad. ¡Y las mujeres vivimos menoscabadas, sojuzgadas!
– ¿En qué se manifiesta la falta de libertad?
– Te meten en la cárcel si dices o escribes algo crítico con el Gobierno. Ahora defiendo a Musavi Joeini, ex parlamentario ¡encarcelado por críticas que hizo desde el Parlamento siendo parlamentario! ¿Alucinante, no?
– ¿Qué ejemplos puede darme de opresión sobre las mujeres?
– Si sales de casa sin pañuelo en la cabeza, ¡la pena es de 80 latigazos! En un juicio, el testimonio de dos mujeres vale por el de un hombre. Y si en accidente de coche mueren un hombre y una mujer, ¡la aseguradora indemniza a la familia de él con el doble de dinero que a la familia de ella...!
– ¿Qué querría usted para Irán?
– Democracia completa y respeto a los derechos humanos. Ambas cosas juntas civilizan a un país. Y debería abolirse la pena de muerte: ahora se ejecuta a menores de 18 años, lapidaciones incluidas...
– ¿Cómo lucha usted para lograr todo eso?
– Hace más de diez años que defiendo a presos políticos gratuitamente. ¡Hay muchos!
– ¿Le ha ayudado ser Nobel de la Paz?
–Internacionalmente, sí. Pero en Irán me ha perjudicado: me prohíben publicar y hablar en público, mi libro está prohibido...
– Islam y democracia ¿son incompatibles?
– ¡No! Propagan esa idea tanto los países islámicos tiránicos como los interesados en identificar al islam como el enemigo...
– ¿Señala usted a Estados Unidos?
– Su industria de defensa quiere seguir creciendo, y necesita un enemigo para justificar sus guerras. ¡Y ahora el malo es Irán...!
– Pero es que un Irán tiránico pronto podría disponer de armamento nuclear, y eso...
–La única salida es democratizar desde dentro. Todos en Irán sabemos por qué Estados Unidos quiere dominar Irán: el petróleo. En Oriente Medio está el 70% del petróleo mundial, e Irán es el único país petrolífero de la zona que desobedece a Estados Unidos.
– ¿Y para qué quiere Estados Unidos tantísimo petróleo?
– ¡Para jugar con su precio! Si lo logra, podrá subirlo a 200 dólares/barril: eso hundirá a China y quebrará a Europa... Estados Unidos, en cambio, tiene reservas para un año.
– Me asusta usted...
– Aquí no hay guerra (ni alianza) de civilizaciones: hay respeto a los derechos humanos o barbarie, sea entre musulmanes o cristianos. Yo soy musulmana piadosa ¡y defensora de los derechos humanos universales!
– Entonces, ¿es contraria al uso del velo?
– Soy contraria a la obligación de usar velo, ¡y contraria a su prohibición! Hay que permitir que lo use libremente la mujer que quiera.
– Ya, pero si una niña llega con velo a una escuela pública, ¿qué deberíamos hacer?
– Déjenla. ¿Acaso no lleva usted esa perilla libremente, o un barba, si quiere?
– Sí, pero si esa niña lleva velo sojuzgada por su padre, ¿la ayudamos a liberarse o no?
– Si eso es así y le obligan a quitarse el velo, ¿sabe lo qué pasará? Que el padre prohibirá a la niña ir a clase y la educará a escondidas algún islamista fanático. ¡Su bienintencionado remedio empeorará la enfermedad!
– ¿Cómo son hoy las mujeres iraníes?
–¡Como yo! Combativas por sus derechos. Y hay más mujeres cultas en Irán que en cualquier país islámico... Irán, algún día, ¡será presidido por una mujer!
Shirin Ebadi es Premio Nóbel de la Paz 2003.

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