domingo, 27 de mayo de 2012

Samira Makhmalbaf



  Samira Makhmalbaf tiene 18 años, es iraní y su ópera prima, "La pomme" (La manzana) cosechó gran cantidad de elogios en la última edición del Festival de Cannes. Los diarios franceses tenían un doble motivo de asombro: la calidad del film y el hecho de que la directora fuera casi una adolescente y la más joven seleccionada en los cincuenta y un años de vida que lleva el Festival. Cierto es que a Samira, la pasión por el cine le viene en los genes. Hija del realizador Mohsen Makhmalbaf, a los ocho años ya había actuado en un film de su padre y a los quince abandonó el colegio para hacer cursos en una escuela privada de cinematografía. Talento, evidentemente no le falta: su primer largometraje fue elegido para la sección oficial no competitiva "Un certain regard", en el Festival de Cannes y se estrenó comercialmente en París. "La pomme" parte de una historia real. "Tuve la idea de hacer este film a partir del caso presentado en un noticiero de televisión -contó Samira-. Allí se explicaba cómo un hombre había secuestrado dentro de su casa a sus dos hijas gemelas, que entonces tenían once años, desde el mismo momento del nacimiento. ¡Las niñas ni siquiera sabían hablar!" El caso había tomado estado público en Teherán cuando los vecinos de esa familia se decidieron a denunciar el caso ante las autoridades. A Samira la devoró una idea: quería hablar con el padre de esas niñas y preguntarle por qué las tenía encerradas. La respuesta que recibió fue difícil de encasillar: "Porque respeto las reglas de la sociedad iraní -le dijo el hombre-. Mis hijas son como flores. No puedo exponerlas al sol porque se marchitarían". Ante esa explicación, todo intento de dividir la historia entre buenos y malos se volvía una simplificación demasiado grosera. A Samira no se le escapó que en esa complejidad de relaciones y personajes había un film en cierne. Al cabo de largas horas de conversación, terminó convenciendo a esa familia para realizar una película en la que cada uno hiciera de sí mismo y que cabalgara entre el documental y la ficción. En familia El resultado de esa experiencia es "La pomme". El film registra el largo proceso de cambio que debe operarse en esa familia disfuncional para que conforme a las indicaciones de una asistente social, el padre permita que sus hijas salgan a la calle, para que la madre -una mujer prácticamente ciega- se adapte a la nueva situación y para que las niñas descubran el lenguaje verbal y corporal a los once años. Desde el encierro casero, para ellas los sueños se reducen a que alguien les traiga una manzana. Desde las primeras salidas al mundo, se asombrarán con la posibilidad de que una manzana sea también una buen excusa para jugar con otros niños y animarse a la aventura de la amistad. El rodaje sirvió para introducir el cine como un proceso activo en la situación real. Duró once días. "Al comienzo no teníamos guión. Durante la filmación, cada noche evaluábamos el material que teníamos y mi padre, que también es guionista, escribía el esquema general para el día siguiente. Los diálogos surgían más allá de los esquemas. Poco a poco, la ficción se mezcló con la realidad. Y recién a los once días de rodaje pudimos escribir el guión verdadero", comentó Samira. Cuando el diario Le Monde le preguntó si su película era una crítica específica a la sociedad iraní, Samira amplió el horizonte de su ambición. Dijo que la película pretende ser una apología de la libertad y "una queja por el hecho de que las mujeres en general, desde Teherán hasta los Estados Unidos, sean menos consideradas por su pertenencia a la especie humana que por su sexo". "Eso se oculta en Irán y se exhibe en Hollywood, pero básicamente es el mismo comportamiento", desafió la joven realizadora. La historia final En el Festival de Cannes todos quisieron conocer el final de la historia, pero no ya el que Samira mostraba finalmente en la pantalla, sino el que sigue tejiéndose en la vida de los personajes reales. "La producción hizo construir una nueva casa para la familia que en el último tiempo logró grandes progresos -contó la directora-. Antes de partir para Cannes fui a visitarlos. Las dos niñas viven entre la oficina de ayuda social, donde aprenden a leer y su casa. Ellas tienen verdaderas ganas de aprender", se entusiasma la muchacha. A juzgar por su debut como realizadora, Samira Makhmalbaf tiene verdaderas ganas de salir a mirar el mundo tal y como se le presenta, y convertirlo en historias de película.








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