martes, 31 de diciembre de 2013

Una hermosa danza para terminar el 2013

Ayatori en Japón



Ayatori Este también es considerado generalmente un juego de niñas en Japón

Se toma un hilo de unos 120 cm de largo y se atan los extremos para hacer un lazo. 
El objetivo del juego es hacer diferentes figuras utilizando los dedos. Al ayatori pueden jugar dos personas, o se puede jugar también solo. Cuando se compite, uno de los jugadores mantiene el hilo en una figura determinada y el otro hace una figura distinta. el jugador que se equivoca o no consigue la figura propuesta pierde. Se consiguen figuras de verdadera fantasía. Hay gente que juega al ayatori para conseguir formas que sorprendan a sus amigos. Aquí usted podrá aprender cómo hacer una retama. Lo puede hacer solo. Es fácil de hacer, incluso siendo esta su primera vez. 
Cómo hacer una escoba
 (1) Coloque el hilo entre sus dedos como se muestra y tome el hilo por donde está marcado con una estrella. Tire hacia abajo. 
(2) Con su mano derecha, haciéndolo por dentro del lazo grande, enganche el lazo pequeño con su dedo índice en la izquierda y su dedo meñique en la derecha (las vueltas están indicadas con estrellas). 
(3) El hilo y sus manos deberán estar en esta posición. Ahora, tire de los dos pequeños lazos hacia el grande. 
(4) Ponga los dedos índice, medio y anular en los espacios indicados con A, B y C. Lleve todos los lazos al dorso de su mano izquierda y suelte su mano derecha. 
(5) Tome el hilo por donde se marca con una estrella. Gire sobre sus dedos de la mano izquierda y empújelos hacia usted. (6
) ¡Ya ha conseguido su escoba! japanese

lunes, 30 de diciembre de 2013

FELIZ AÑO NUEVO 2014, año del caballo



Esta auténtica muestra de belleza en movimiento se denomina 'La danza de las mil manos de Guan Yin' (hay varias maneras de escribir el nombre) y la llevan a cabo 21 bailarinas, todas ellas sordomudas. Se trata de una extraordinaria proeza que se realiza solamente por las señales de los entrenadores. Debutaron en Atenas (Grecia) el 2008, se han presentado ya en 40 países y pertenecen al repertorio de arte para discapacitados de China.

La danza la realizan en honor de Guan Yin (ó Kwan Yin), que es la bodhisattva de la Compasión y es venerada por los budistas de Asia del Este. También se la conoce como la Bodhisattva China de la Compasión, y asimismo como la diosa de la Misericordia. Su nombre significa "la que oye el llanto del mundo". Bodhisattva es un término propio del budismo, y alude a alguien que se halla en el camino del Buda de manera significativa. Es un compuesto de 'bodhi' (supremo conocimiento, iluminación) y 'sattva' (ser). Así pues, hace referencia a un ser embarcado en búsqueda de la suprema iluminación.
En la devoción popular, Kuan Yin rescata a quienes acuden a ella en momentos de dificultad. La Bodhisattva comprende los sentimientos de temor y responde a las peticiones de ayuda con su Compasión. 

martes, 3 de diciembre de 2013

Primera reagrupación familiar por peligro de ablación

Primera reagrupación familiar en España por riesgo de ablación

I.B. juega con su hija Asa en un parque pocas semanas después de salvarla de la ablación. | Sergio González Valero
I.B. juega con su hija Asa en un parque pocas semanas después de salvarla de la ablación. | Sergio González Valero
Asa columpia sus nueve añitos en el parque sin saber que tiene a salvo su placer futuro, que papá la acaba de rescatar de una tortura de cuchillas a oscuras y que su nombre servirá para nombrar la historia de otras niñas sin columpio. Porque Asa es el primer caso de reagrupación familiar por riesgo de ablación, la primera vez que España autoriza la reunificación de una familia inmigrante ante la inminencia de una mutilación genital en su país de origen.
Y es que, esta vez, la vida llegó a tiempo: el padre voló a Guinea a por la niña y logró el visado para traerla un día antes de la fecha fijada para el tormento.
Ésta es la historia de I. B. y de Asa, la peripecia de un africano, hombre y musulmán, contra la violencia machista que roba a las mujeres el placer para siempre, encarnada esa guillotina atávica en la inocencia de su propia hija. Y es el desvelo de dos abogadas de la Fundación La Merced Migraciones que agitaron el mundo, de médicos y de ONG de España y de Guinea Conakry que estuvieron al quite y de funcionarios del Ministerio de Trabajo e Inmigración que hurgaron en la ley para poner un sí donde antes otros colegas de ventanilla habían puesto un no.
"Se comprueba el cumplimiento de los requisitos (...) en los artículos 52 a 56 del Real Decreto 557/2011 de 20 de abril para la tramitación de residencia temporal inicial en virtud de Reagrupación Familiar", reza el papel de la Subdelegación del Gobierno en Toledo del 14 de mayo, el folio de la salvación de Asa. Porque entre esos cuatro artículos citados está el 54, el que habla de "circunstancias excepcionales acreditadas" para la reagrupación "en virtud del principio del interés superior del menor". Sin comillas: el riesgo de una ablación.
Ese acta es el final del calvario de I. B., un guineano de ojos que hablan y manos de emigración, esas huellas dactilares que deja una vida de tajo en las huellas dactilares.

Mujeres y hombres en lucha contra la ablación en África y Europa hablan de los retos para su erradicación

Hace ya más de 30 años que las primeras asociaciones contra la mutilación genital femenina rompieron el tabú del silencio sobre esta práctica en África y Europa y empezaron a luchar por su erradicación.
Hace ya más de 30 años que las primeras asociaciones contra la mutilación genital femenina rompieron el tabú del silencio sobre esta práctica en África y Europa y empezaron a luchar por su erradicación, objetivo al que la ONU se sumó con su primera declaración de condena de la ablación el pasado noviembre. Mujeres y hombres implicados en la lucha contra esta forma de violencia de género celebran los importantes logros alcanzados y formulan los retos que plantea esta lucha contracorriente.
En este tiempo, el movimiento contra la mutilación genital femenina (extirpación parcial o total de los órganos genitales femeninos) ha logrado cambios históricos: más de 8.000 comunidades africanas y 15 países de la región se han comprometido a abandonarla en los últimos tres años.  Tras estos logros está el trabajo de sensibilización y formación en cascada que realizan asociaciones como GAMCOTRAP en Gambia; la ONG Tostan, que trabaja en Gambia, Senegal y el Estado español; la Red Daphne, unión de entidades que trabajan en Europa por esta causa, y, en el Estado Español, Equis (Equip de Sensibilització contra la mutilació genital femenina), l’ Associació de Dones Immigrants Subsaharianes (ADDIS) en Catalunya y la Asociación de Mujeres Antimutilación  (AMMAM) de  Gambia, con sede en Catalunya.
Más de 8.000 comunidades africanas y En 2005, un equipo liderado por la antropóloga Adriana Kaplan del Grupo Interdisciplinar para la Prevención y el Estudio de las Prácticas Tradicionales Perjudiciales de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) logró que el gobierno de Gambia levantara el veto establecido las campañas de sensibilización y se comprometiera a apoyar un plan para prevenir la ablación y promover un ritual de iniciación a la pubertad femenina que no implique mutilación.

Fatou Secka en el acto del día internacional contra la MGF en la Asociación Ali Bei de Barcelona. A la izquierda, el imán Cherif Sansidine - Fotógrafa: Bárbara Boyero
Fatou Secka en el acto del día internacional contra la MGF en la Asociación Ali Bei de Barcelona. A la izquierda, el imán Cherif Sansidine - Fotógrafa: Bárbara Boyero
En  Europa, gracias a la labor de asociaciones pioneras como GAMS (Grupo por la Abolición de las Mutilaciones Sexuales y otras prácticas tradicionales perjudiciales para la salud de las mujeres y niñas)  en Francia (1982)  y Bélgica (1996), ha habido importantes avances como la promulgación de leyes contra la ablación en estados como Suecia, Francia o Bélgica, y la Comisión Europea está llevando a cabo una consulta que durará hasta el 30 de mayo para elaborar medidas para combatir esta forma de mutilación en territorio comunitario. Además, Francia y Bélgica han incluido entre sus prestaciones la operación de desinfibulación o reconstrucción del clítoris, tal como establece la Organización Mundial de la Salud.
En el Estado español, donde la ablación se persigue penalmente,  también se practica la reconstrucción: “El año 2.000 se decía que había 2.000 niñas en riesgo de ser mutiladas en Catalunya y ocho años después había 50 mujeres esperando para poder repararse el clítoris.” explica Bombo N’Dir, miembro de l’ADDIS Subsaharianes.
La clave, actuar desde la comunidad
Tras la detección  en 1993 de los primeros casos del Estado español en Catalunya, el  trabajo de Equis, codo a codo con asociaciones como Adis, fue clave para coordinar la acción del tejido social y comunitario de la comunidad subsahariana con la intervención institucional, que en algunos casos generó críticas:  después de que el Parlament aprobara en 2001  una resolución para la adopción de medidas contra la práctica de la mutilación genital femenina , el año 2004  el Observatorio de la UAB denunció al Síndic de Greuges (Defensor/a del Pueblo catalán) que los Mossos d’Esquadra imponían medidas que violaban los derechos fundamentales de las familias sospechosas de poder practicar la ablación en su país como la retirada del pasaporte, la revisión de los genitales cada seis meses a las niñas en riesgo hasta los 18 años y la prohibición de salir de Catalunya.
“Mientras haya mujeres que identifiquen la MGF con sus valores culturales, que no tengan
 la convicción de que es una vulneración del derecho a la salud 
y los derechos humanos no podremos hablar de erradicación”
Para Fatou Secka, gambiana residente en Catalunya y presidenta de Equis, el trabajo comunitario es básico: “Construimos una red de intervención en la que las mujeres que luchamos por nuestros derechos y contra la mutilación somos las mediadoras cuando hay casos. Si hay una alarma en una escuela porque la niña deja de asistir, un o una educadora social visita su domicilio y si ve algo raro lo pasa a servicios sociales y nos llaman. También se convocan a las redes de sanidad, el ambulatorio, o los Mossos”.
Sin embargo, puntualiza Secka, “una cosa es la intervención de asociaciones autónomas y otra la ley. ¿Hasta qué punto tenemos competencias? La ley establece medidas cautelares, pero te llaman a última hora para decirte ‘hay una niña que va a viajar’ y hay una confrontación entre intervenciones”.
El Imam Chefif Samsidine, involucrado en la lucha contra la ablación en África y Europa desde hace décadas, coincide en que “ir al aeropuerto a retener a una familia que va a viajar para que no se lleve a la niña puede generar problemas con la comunidad. Así que antes de que pase hablamos con la familia y buscamos estrategias, nuestra intervención la hacemos en entendimiento con todas las partes”.
Leonie Attimgli, secretaria de Equis; Fatou Secka, presidenta y el imán Cherif Sansidine - Fotógrafa: Bárbara Boyero
Leonie Attimgli, secretaria de Equis; Fatou Secka, presidenta y el imán Cherif Sansidine - Fotógrafa: Bárbara Boyero
Secka considera que la incidencia comunitaria ha sido clave para lograr herramientas eficaces como el Protocolo de Prevención de la Mutilación Genital Femenina de  la Generalitat de 2007,  que, según ella, “ha dado pautas de intervención con las familias. Antes los doctores tenían miedo de intervenir. Ahora, a las familias que viven presión [para intervenir a sus hijas] se les apoya dándoles un papel de los Mossos d’Esquadra en el que se dice que no pueden mutilar a la niña porque el padre o la madre pueden ser imputados por la ley catalana, esto lo frena”.
En esta red, además de Equis, con sede en Barcelona, participan asociaciones como Addis, ubicada en Granollers,  o AMAM, que trabaja en Premià de Mar, donde está la mayor comunidad gambiana en el Estado español. Modika Bah, secretario de la asociación, considera que “la voz de los hombres es importante. Yo les pregunto, algunos me dicen que no van a hacerlo o que dejarán decidir a a sus hijas. Hace diez años no había opiniones en contra, ni siquiera de mujeres. Cambiar la opinión es el primer paso para lograr algo”.
Francia y Bélgica han incluido entre sus prestaciones la operación
 de desinfibulación o reconstrucción del clítoris. 
En Catalunya en 2008 había 50 mujeres esperando para poder repararse el clítoris”
Montse García, que trabaja con Fatou Secka en un programa de CEPAIM sensibilizando y formando sobre la mutilación genital femenina como una forma de violencia de género, coincide en que “es muy importante contar con ellos. Tienen que asimilar que es un acto violento y contra los derechos humanos, aunque ya sabemos que la violencia de género está muy arraigada en las mentalidades de todas y todos”.
Una lucha mundial que África lidera
Secka señala que las asociaciones europeas sólo pueden “hacer mediación: las que trabajan en África son la base de la lucha, porque allí está la raíz del problema, las mujeres que mutilan y que identifican este trabajo como forma de vida”.  En 2013, CEPAIM, Daphne y Tostan impartirán  talleres a personas ligadas a la comunidad subsahariana para que los reproduzcan en Europa y África.
Fotógrafa: Bárbara Boyero
Fotógrafa: Bárbara Boyero
La metodología de formación y sensibilización en cascada fue la clave del proceso en que los poblados africanos se comprometieron a abandonar la MGF.  Alí, que trabajó en Tostan durante ese período, explica que, “primero hay que mentalizar a las mujeres, los hombres líderes del pueblo y el estado, los imams y líderes grupales, y que toda la comunidad esté informada de por qué la MGF es mala y qué beneficios comporta dejarla. Luego, hay que buscar una solución para que quienes ejercen este trabajo puedan dejarlo, ver qué podrán hacer”.  Samsidine explica que en algunos lugares “se han llevado a cabo programas sustitutivos basados en la compensación económica a las que se han dedicado a practicarla , por ejemplo, empleándolas en una plantación”.  Todos ellos coinciden en que la sensibilización de los imanes es clave, aunque según Semsidine, “aquí raramente lo defienden en público, pero luego algunos vuelven a su comunidad y manipulan para que se mantenga, o hablan mal de las mujeres que están involucradas en la lucha contra la MGF. Los hombres también sufrimos críticas, yo mismo  he recibido amenazas e insultos”.
“El ascenso del integrismo religioso en Mali,
 ha generado una involución. Sólo en Gao 150 niñas
 han sufrido la MGF y también ha habido
 casos en Tombuctú y Kigal. Eso no es el Islam, es una vergüenza”
El problema, según Samsidine, es que tanto en África como en Europa “hay gente que ha dejado de practicar la MGF por miedo, pero no por convicción. En Senegal se condena con cinco años de cárcel pero en algunas zonas del Sur y regiones escondidas, por ejemplo donde está la etnia basari, se sigue practicando. En África hay corrupción, si alguien denuncia y otro le paga para callar, se archiva”. Además, explica, “el ascenso de los integristas religiosos, por ejemplo en Mali, tras la toma de Tombuctú, ha generado una involución. Sólo en Gao 150 niñas han sufrido la MGF y también ha habido casos en Tombuctú y Kigal. Lo que sucede allí no es el Islam, es una vergüenza. Tenemos una lucha muy grande por delante y no vamos a parar”.
Concienciar para lograr la erradicación
El reto es no desanimarse pese a la evidencia de que  la MGF aún se practica en 40 países (28 de ellos africanos), 140 millones de mujeres han sufrido la ablación total o parcial del clítoris en todo el mundo y unos dos millones de mujeres la sufren cada año. Para Secka, su persistencia se explica porque “una práctica no se deja si no hay comunicación desde el entendimiento y la reflexión. Si no, se hace clandestinamente”.  Por eso, afirma, “no es una práctica estable, se modifica conforme viaja la gente que la practica. En Gambia no se practicaba hasta que se prohibió en Senegal y la gente iba allí para hacerlo”.
“Hay que informar  a toda la comunidad de por qué la MGF 
es mala y qué beneficios comporta dejarla.
 Luego,  buscar una solución para que quienes ejercen este trabajo puedan dejarlo”
Secka cree que la erradicación sólo se logrará “con un trabajo desde las familias, cuando la conciencia de las mujeres genera una reflexión en los hombres. Mientras haya mujeres que identifiquen la MGF con sus valores culturales, que no tengan la convicción de que es una vulneración del derecho a la salud y los derechos humanos no podremos hablar de erradicación”.
Uno de los obstáculos más grandes para ello es que, según Secka,  “identifican la MGF con la tradición, pero no hay ningún versículo en el corán que la justifique”. Sansidine aclara que “de hecho, la MGF,  empezó a practicarse durante la hégira (la migración de Mahoma de la Meca a Medina, en el 622 d.c.), en la primera etapa de los faraones, para forzar la fidelidad de las mujeres. Decían que servía para inhibir su apetito sexual”.  También se justifica con “mitos como la limpieza y la pureza de la mujer, se dice que da más placer al marido. Una sufre y el otro disfruta, ¿cómo es posible? Se busca el beneficio del hombre por el sometimiento de la mujer”.
La clave, según Secka, es “dar información a las mujeres, porque no saben que esto es malo, piensan ‘a mi abuela y a mi madre y a mí nos lo hicieron y no pasa nada’. Debatir con ellas, preguntarles ‘ ¿Cuántas mujeres conoces que han muerto dando a luz?’. Porque la mortalidad materna es alta en África, se dice que por falta de conocimiento y recursos, pero las causas no se buscan, y muchas veces es porque las mujeres habían sufrido la MGF previamente”.
“Las asociaciones que trabajan en África son la base de la lucha, 
porque allí está la raíz del problema,
 las boilas o señoras que mutilan y que identifican este trabajo como forma de vida”.
La sensibilización parte del conocimiento de la comunidad: “mucha de la población con la que trabajamos no sabe leer”, explica Fatou Secka, “así que creamos material didáctico mostrando mapas de países donde aún prevalece la MGF, y al identificarlos se ubican. También, con dibujos claros, enseñando que si mutilan a las niñas  les provocan problemas de salud como hemorragias, para despertar su conciencia y provocar el rechazo; enseñando fotos de un parto natural sin mutilación donde el bebé nace sano y sin esfuerzo, y cómo cuando la mujer ha sido mutilada las paredes de la vagina sangran, lo que puede provocar la muerte de la madre y del bebé por sufrimiento fetal”.
Además, Secka considera clave utilizar “que la ONU por fin ha condenado la MGF para apretar a los gobiernos y que contribuyan a la sostenibilidad de las asociaciones que luchan en contra. Equis lleva trabajando desde su nacimiento sin suficientes apoyos, y nosotras debemos estar delante dando voz a las mujeres africanas y la comunidad”.
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Periodista especializada en género y comunicación de organizaciones. Activista en movimientos sociales desde su adolescencia, se hizo feminista explícita por necesidad y sentido común. Miembro del colectivo editor del Periódico Diagonal, formó parte del equipo impulsor de La Independent, Agència de Notícies amb Visió de Gènere, y colabora con distintos medios alternativos e independientes, además de impartir talleres y formaciones sobre cómo informar con perspectiva de género, clase y etnia; efectos de los ajustes estructurales sobre la vida de las mujeres y desde la perspectiva de género, economía feminista y otros temas. Más info en www.joanagarciagrenzner.wordpress.com


La ablación en Senegal

Mujeres de la aldea de Ngérigne interpretan distintas escenas sobre el ritual de la ablación, que poco a poco, se van convirtiendo en auténticos psicodramas. 


 La ablación en Senegal Una espesa columna de polvo se levanta. Los pastores conducen un rebaño de cebús famélicos. Al abandonar su aldea (Ngérigne Bambara) miran de reojo hacia la escuela de las mujeres, un gineceo que les intriga y en cuyo interior suena la voz de Oureye Sall. Esta matrona, ordinariamente despreciada por los hombres, era temida, sobre todo, por las jóvenes. Y es que, desde hace siglos, las mujeres de su familia se transmiten un terrible saber: el del njongal jigeen, la ablación. 



 A sus 53 años y a punto de suceder a su madre, Oureye ha decidido romper con esta tradición. "Lo aprendí todo, desde la técnica de la hoja bien afilada y la preparación mística hasta los versículos que hay que decir... Hoy renuncio a eso. Prefiero perder mi status social a continuar ejerciendo este oficio que atenta contra la integridad de nuestras hijas" . La escuchan 30 mujeres. Están en la escuela, a la entrada de la aldea Ngérigne, a una hora de Dakar. Este viernes -7 de noviembre- la mirada de las bambara está llena de orgullo. Sus cantos y danzas exaltan un sentimiento nuevo: el reencuentro con su dignidad. Y es que todas han jurado a una no hacerle jamás la ablación a sus hijas. Un acto en una etnia donde son mutiladas sexualmente tres de cada cuatro mujeres. Una victoria que llega tras una desigual lucha por la presión que han tenido que soportar y por lo profundo de esta tradición. "Las razones culturales son muchas: estética, iniciación, purificación y castidad. Los bambara hacen la ablación del clítoris porque creen que ese dardo puede causar la muerte del esposo. Otros creen que, cuando nace, todo ser humano es andrógino y, por lo tanto, equívoco. Hay que diferenciar al hombre de la mujer a través de la ablación", explica Ousman Djimara, profesor de la Universidad en Dakar. 


 Un millón de mujeres. A pesar de haber sido recientemente condenada por el presidente Abdou Diouf y su ministra de la Mujer, Aminata Mbengue Ndiaye, esta práctica sigue afectando al 20% de la población senegalesa, es decir a un millón de mujeres con edades comprendidas entre un mes y 16 años. Y eso que las cifras de este país están por debajo de otros, como Sudán (98%), Somalia (98%) o Etiopía (85%). Unicef estima que más de 120 millones de mujeres de 28 países han sido mutiladas genitalmente. Operaciones que van desde la ablación parcial o total del clítoris hasta la excisión de los labios y el cierre del orificio externo de la vagina para impedir la penetración. 
 "Se ha convertido en algo comercial; cada persona que pasa por ella debe pagar un kilo de jabón negro y 5.000 francos", explica Mareema Ndiaye, madre de siete hijos. Además, el dolor es terrible porque la operación se hace sin anestesia, con un cuchillo de cocina o una hoja de afeitar y a veces con un pedazo de vidrio. "Tenemos que soportar el dolor sin llorar. No podemos gritar para no convertirnos en la vergüenza de la familia. Sin hablar de las infecciones, a menudo mortales", dice Lala Diarra. 

 Tras mucho tiempo enterrados, Oureye Sall puede, por fin, dar rienda a sus recuerdos más personales y dolorosos. Sin tabúes. "Se lo debemos a nuestra hermana Suddenaya Naay...". Este nombre wolof es el de Molly Melching. Llegada a Senegal en 1974 para terminar su tesis doctoral en literatura africana, esta americana se quedó prendada del país. Con unas cuantas amigas, fundó la ONG Tostan, y con el apoyo de Unicef y del Gobierno senegalés puso en marcha un programa de educación básica. El método es la discusión y el teatro."Gracias a todo eso -confía Bettilokho Fall, la educadora de Ngérigne-hemos conseguido hablar de la excisión, la contracepción y de la menopausia. Nada se les impone. Ellas decidieron romper con esta práctica. Es su lucha". El Corán. Un combate que habría podido tropezar con la religión. Algunos musulmanes intentan legitimar la excisión basándose en el Corán. "Nuestros temores se desvanecieron cuando el imam, Malamine Diagne, nos tranquilizó", cuenta Oureye Sall. El jefe espiritual de Ngérigne ha venido a apoyar a las mujeres: "No existe referencia explícita a esta práctica entre las enseñanzas del Profeta. La ley islámica coloca la excisión entre los ritos de aseo, igual que cortarse las uñas, depilarse las axilas o recortar los bigotes. La oración es sagrada, la excisión, no". "La cohabitación de diversas razas ha favorecido el mestizaje de ideas. Por ejemplo, yo formo parte de las mujeres de la aldea, ciertamente minoritarias, que no han sufrido la ablación", confía Rokhaya Ndiaye, nacida de padre haal pulaar y de madre wolof. Su vecina Lala Diarra le quita la palabra: "Nuestras hermanas de Kër Simbara no tienen esta suerte. Son todas bambara. Pero si hace falta, iremos allí para apoyarlas y convencer a sus maridos". Y a diez kilómetros de Thiés aparece la aldea Kër Simbara. A la sombra de un baobab, las educadoras Dossou Konaté y Cheikh Diop animan una charla informal. Muy pronto, la discusión se torna en ataques verbales."La excisión es un asunto de los jóvenes. Personalmente, no me opondré al abandono de ese rito", dice Sambou Diawara, el jefe de la aldea. Un joven le responde: "Decir que es peligrosa es una historia de occidentales. No somos corderos. Antes, nos decían que no debíamos alimentar a nuestros bebés con la leche de sus madres, sino con biberones. Ahora, nos dicen lo contrario". Un viejecillo intenta calmar los ánimos: "Hace falta una ley. Una ley que se imponga a todos. Pero no soy partidario de un juramento público, como hicieron en la aldea de Malicounda". Otro anciano declara: "Esas mujeres ya no forman parte de nuestra comunidad por su actitud sacrílega...". Se hace el silencio ante la evocación del juramento de Malicounda Bambara. El 31 de julio de 1997, 70 mujeres, que habían seguido los cursos de Tostan, anunciaron públicamente su decisión de detener la práctica de la excisión. Pese al apoyo de su jefe y del imam empezaron a sufrir ataques. Maïmouna Traoré, la decana del grupo, responde: "Nuestro error fue hablar en nombre del pueblo. Hay muchas mujeres que siguen aferradas a las costumbres". Su decisión es irrevocable. "No renunciarán jamás -explica la educadora Ndeye Maguette Diop- e intentarán convencer a sus hermanas. ¡Son auténticas bambara, auténticas amazonas!". 

La ablación en Senegal 

 Cada año dos millones de niñas de entre 4 y 12 años son víctimas de mutilaciones genitales. La justificación que argumentan los practicantes de este rito va desde motivos de higiene hasta considerarse como una fórmula para evitar la promiscuidad.
 La realidad: cerca de un 45% de estas mujeres no obtiene placer durante sus relaciones sexuales, buena parte de ellas tienen coitos dolorosos y muchas pueden sufrir, posteriormente, graves complicaciones durante el parto. Este tipo de mutilación tiene consecuencias físicas serias desde el primer momento en que se lleva a cabo. Dado que la mayoría de las veces se realiza en las peores condiciones médicas y sin anestesia, las víctimas sufren mucho dolor e incluso pérdida del conocimiento. Además, suelen producirse graves hemorragias e infecciones. Muchas jóvenes mueren durante o poco tiempo después de la intervención. Las consecuencias a largo plazo de esta mutilación van desde problemas menstruales, quistes e infecciones crónicas de la pelvis hasta la infertilidad. Los expertos creen que entre un 15% y un 20% de las mujeres mutiladas no puede tener hijos. 
Psicológicamente, la ablación provoca estados de ansiedad, depresión y ataques de pánico. Pero la castración femenina ha dejado de ser un rito practicado únicamente en los países subdesarrollados. 
Informes publicados en revistas médicas de prestigio han revelado que en Europa y Estados Unidos se está produciendo un incremento de este tipo de mutilación parejo al aumento del número de inmigrantes del África subsahariana. Patricia Matey



domingo, 1 de diciembre de 2013

Mogador

Senegal ( II PArte )

Senegal

Senegal se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos turísticos más deseados de África. Cerca de medio millón de turistas visitan este país cada año. Aquí encuentran más de 500 km de playas, hoteles de cinco estrellas con todo incluido...y algo más. Mucha gente viaja a África buscando sexo. Hay gente mayor que llega a Senegal en busca de chicos jóvenes. En este país de mayoría musulmana, el turismo sexual femenino se dispara. Es una relación de intercambio: sexo a cambio de regalos. Descubrimos cómo funciona este mundo de la mano de alguien que lo ha vivido en primera persona: Mamadou.

El sexo y el VIH en África

Las cuchillas de las fronteras, qué vergüenza

El Ministerio del Interior reintroduce las cuchillas en la verja de Melilla Las hojas afiladas provocan profundos cortes en las manos y las piernas de los inmigrantes IGNACIO CEMBRERO Madrid 31 OCT 2013 - 21:04
 Un camión con el nuevo coronamiento cortante de la valla. Foto facilitada por la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla.

 Es como una vuelta al pasado, a hace unos seis años. El Ministerio del Interior vuelve a colocar en lo alto de la doble verja que rodea Melilla las llamadas concertinas, es decir unas cuchillas que se entremezclan con los alambres. Se quitaron en 2007 porque provocaban profundos cortes en las manos y piernas de los subsaharianos que trataban de entrar en la ciudad autónoma escalando la verja. Hubo protestas de ONG españolas e internacionales. Su instalación y la elevación de la verja de tres a seis metros habían costado unos 30 millones de euros. La presión migratoria sobre Melilla, y en menor medida sobre Ceuta, en lo que va de año, similar a la de 2005, ha incitado a Interior a reintroducir unas cuchillas que el propio presidente José Luís Rodríguez Zapatero se comprometió a quitar en 2006 después de haber ordenado su colocación un año antes. Se demostró que eran lesivas para los inmigrantes. Fueron finalmente retiradas en 2007 y sustituidas por una sirga tridimensional, a veces descrita como la tercera valla. Resto de la vestimenta de inmigrantes que intentaron saltar la valla en noviembre de 2005.

Ahora no van a ser desplegadas a lo largo de los nueve kilómetros de valla sino en aproximadamente un tercio de su recorrido. “Se situarán en los lugares en los que se ha estudiado” se producen más saltos de inmigrantes, explicó el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik el Barkani. No desveló su ubicación exacta. Los trabajos han empezado ya y acabarán a finales de mes. “La reintroducción de cuchillas en el perímetro de Melilla representa una asombrosa vuelta a los orígenes de la oscura tradición fortificadora”, escribe en su blog Xavier Ferrer, experto en fronteras y profesor de geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Asistimos a un palpitante maridaje de innovación y tradición (...)”, asegura. Para reforzar la verja se va a colocar además una malla metálica en la que los subsaharianos no podrán introducir sus dedos para trepar. La Guardia Civil dispondrá de un segundo helicóptero mientras que el primero ha sido equipado con una cámara térmica y un potente foco que barre de noche el territorio marroquí. El instituto armado cuenta además con dos Módulos de Intervención Rápida que se desplazan para repeler los asaltos. En Ceuta, donde se ha producido muchas entradas por mar, está previsto prolongar el espigón para dificultar el acceso a la playa donde llegan a nado. Como esa obra lleva tiempo es posible que se instale provisionalmente un pantalán flotante que cumpla la misma función.

"La inmigrante que ha sufrido ablación no suele saberlo, se da cuenta en España"

Las ONG que trabajan contra la mutilación femenina advierten de que 10.000 niñas en nuestro país están en riesgo de sufrir la extirpación de sus genitales.

ANNA FLOTATS Madrid 07/02/2013 11:09 Actualizado: 07/02/2013 13:35

Mali, 92%. Mauritania, 71%. Sudán, 90%. Egipto, 96%. En el continente africano la mayoría de mujeres están mutiladas sexualmente. Cinco millones de niñas sufren cada año la extirpación parcial de sus genitales externos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y cada vez en edades más tempranas, para que no puedan negarse. 
La ONU calcula que en todo el mundo hay entre 100 y 140 millones de mujeres mutiladas. Aun así, parece que la cifra empieza a estancarse. "Cada vez hay más legislación que prohíbe la mutilación de forma expresa, con penas de cárcel bastante fuertes. Sin embargo, hay mujeres que cambian de país para someterse a la ablación porque no existe una uniformidad en la legislación. Por ejemplo, en Benín la pena de cárcel es de tres meses, mientras que en Kenya llega a cinco años", explica a PúblicoIgnacio Baño, director de la ONG Mundo Cooperante.
En España, unas 10.000 niñas están en riesgo de ser mutiladas. Son hijas de inmigrantes, la mayoría subsaharianos, que cuando llegan a la adolescencia viajan a África para que se les practique la ablación. Las mujeres mutiladas quieren mutilar a sus hijas porque el hecho de no estarlo es un estigma que les impide casarse, relacionarse con los demás o recibir una dote en los matrimonios concertados. "Se trata de una práctica al margen de las religiones que tiene que ver con factores culturales y de tradición. Por eso no basta con decir que esto es ilegal. Hay que educar", insiste Baño, quien cuenta que Mundo Cooperante ha ideado en Kenia un acto simbólico que representa el tránsito a la vida adulta de las chicas pero que excluye la ablación, además de una red de casas de acogida para niñas y jóvenes que escapan de sus familias porque no quieren ser mutiladas.
Catalunya y Aragón tienen protocolos específicos contra la ablación
Detectar casos de ablación en España es muy difícil porque los médicos no están familiarizados con estas problemáticas. Además, después de producirse, es difícil intervenir porque la ablación no está tipificada como delito por agresión. Por este motivo, la clave en España es la prevención, sobre todo en el ámbito educativo y sanitario. Catalunya y Aragón han desarrollado protocolos específicos; el primero, más centrado en la actuación policial y el segundo, en la atención sanitaria. Aragón es la única comunidad autónoma en la que la mutilación genital femenina está incluida en la Ley Integral contra la Violencia de Género.
En el caso de mujeres adultas mutiladas, cuyas hijas tienen un 100% de probabilidades de serlo también, los ginecólogos suelen ser quienes dan la voz de alarma. "Muchas veces la mujer que ha sufrido ablación ni siquiera lo sabe. Se da cuenta en España, cuando padece problemas de salud, como dolores abdominales, de fístula o infecciones de orina que jamás había relacionado con esta práctica", advierte Júlia Pérez, presidenta de Unión de Asociaciones Familiares (UNAF). "La salud sexual de la población inmigrante hay que tratarla con claves culturales, no podemos esperar que una niña cambie de forma de pensar de un día para otro", concluye.

Adminsitración implicada 

"Es clave que todos los agentes implicados en el bienestar femenino desde el punto de vista ginecológico y de los niños desde el punto de vista pediátrico estén alerta y si detectan un caso, lo pongan en conocimiento de la Fiscalía", añade Baño. "Y los profesores tienen que tener identificadas a estas niñas, hablar con sus padres y explicarles que en España no podemos permitir este tipo de prácticas", concluye. En Aragón, por ejemplo, los padres tienen que firmar una carta asumiendo que, a la vuelta de sus viajes a África, podrán ser castigados si han cometido estos delitos de agresión. "El problema es que muchas veces ya no vuelven. Se quedan allí para evitar los controles médicos en España", explica Pérez.
A falta de un plan a nivel estatal contra la mutilación femenina, las ONG reclaman a la Administración que se implique en el tema. "Es una realidad desconocida socialmente y eso trasciende a los poderes públicos. Hace falta que la sociedad fuerce a los poderes públicos a luchar contra ello. El coste de estar atento es alto, pero el coste de este tipo de lesiones es mucho mayor. Si conseguimos que una sola niña no pase por esto, todos los esfuerzos ya habrán merecido la pena", afirma Baño.

Cárcel por una ablación en Senegal

10/04/2013

UNA MUJER ha sido condenada a dos años de cárcel por someter a su hija a una ablación en Senegal antes de llegar a España en el 2010 para reencontrarse con su marido. Es la primera sentencia de este tipo en España, ya que existe una de la Audiencia de Teruel a unos padres originarios de Gambia por someter a su hija a una mutilación pero cuando ya vivían en España.

DÍA INTERNACIONAL DE TOLERANCIA CERO CONTRA LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA

Julia Moreno y Guillermo Algar.- Según la Organización Mundial de la Salud, en los 28 países de África Subsahariana y Oriente Medio donde se practica la Mutilación Genital Femenina, hay unos 130 millones de niñas y mujeres que han sido víctimas de esta práctica.
Cuatro mediadoras muestran el galardón junto a la ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín.
Mediadoras del proyecto de Catalunya, Navarra y Aragón.
Cada día 6.000 niñas de entre 4 y 10 años son mutiladas según Unicef aunque la prevalencia varía mucho de un país a otro. Aunque desde finales de los 80 se comenzó a prohibir en muchos de estos estados, actualmente sigue siendo una práctica extendida que conlleva altos riesgos para la salud física y psíquica de las mujeres y niñas que la sufren.
Con la mutilación, la mujer es sometida y ve alterada su sexualidad de manera grave. Supone una violación de derechos fundamentales. Sin embargo, en los países en los que se practica, la MGF entra dentro de la esfera cultural y por ello es objeto de respeto al considerarse una tradición.
La presencia en España de familias africanas procedentes de diversas culturas donde se practica ha puesto de relieve la necesidad de desarrollar estrategias de actuación para su prevención. Muchas personas recordarán el juicio en Alcañiz a una pareja gambiana por practicar la ablación a su hija. La otra cara de la moneda son Aissatou, Fatima, Isatou y Bai; mujeres africanas que colaboran como mediadoras en un programa de prevención de la mutilación genital femenina que impulsamos en Aragón, Cataluña y Navarra.
Las mediadoras africanas son clave para acceder a las familias y desmontar, poco a poco, los mitos que sustentan la práctica de la ablación. En primer lugar su trabajo es fundamental para conseguir evitar que las familias que viajan realicen ablaciones a sus hijas durante su estancia en los países de origen.
La ablación se considera beneficiosa para sus hijas y la sienten íntimamente ligada a su identidad social y cultural. En su comunidad les dicen: “tus hijas no se casarán”, “no será una buena mujer y no tendrá un futuro”... El peso de la presión social y el enfrentamiento con las familias en los países de origen sigue vigente.
Para enfrentarse a estas situaciones, las mediadoras ofrecen a la familia un compromiso preventivo cuando van a viajar, un documento mediante el que se comprometen a proteger a sus hijas en los países de origen y a hablar con sus familiares.
En segundo lugar estas mujeres hacen ver a las madres las consecuencias que la MGF ha tenido para su salud y comienzan a cuestionarse practicarla a sus hijas. Y finalmente, con el apoyo de imanes implicados en el programa, ayudan a desmontar la supuesta relación entre religión y MGF que el Corán no contempla.
Este proyecto pionero en España mereció el reconocimiento del Ministerio de Sanidad y a través de este premio se reconoció la labor de estas mujeres valientes y audaces que han dicho basta ya y están ayudando a otras muchas a cambiar algo que nunca debió ser.
Nuestro trabajo en la prevención de la MGF
En Médicos del Mundo trabajamos en este área desde 2004, cuando se inició nuestra labor en Cataluña y Aragón. En 2008 la continuamos con el proyecto en Navarra. Consideramos que hace falta un trabajo de información, formación y sensibilización, tanto en las comunidades directamente afectadas, como en los profesionales sanitarios que trabajan con la población inmigrante.
En este sentido, basamos nuestro trabajo en la información y sensibilización de la población africana, residente en Navarra, Aragón y Cataluña, así como en la formación sobre el tema de profesionales del ámbito sanitario y educativo. Esas acciones ayudan a detectar casos de MGF y a tratar las posibles complicaciones sanitarias y psicológicas derivadas de dicha práctica. Asimismo, el programa permite detectar casos de niñas en riesgo de ser sometidas a esta práctica.
Documento muy interesante sobre la práctica y su prevención en Aragón:

Norró y su ablación


Mi nombre es Norró y soy una niña dassanetch de 12 años. Hace poco me practicaron la ablación y a mi hermana Nohode, también. Es una costumbre muy antigua en mi tierra. Si no la practicáramos, nadie nos respetaría. No podríamos casarnos, ni tener hijos. Quedaríamos solas, rechazadas por todos". Este documental explica la historia de Norró y Nohode, dos hermanas Dassanetch que fueron sometidas a la ablación. Con ellas y con su familia conviviremos en los días previos a la celebración de este ritual. A través de sus palabras y sus gestos sabremos qué piensan y porque se practica esta tradición tan arraigada en su cultura.

martes, 26 de noviembre de 2013

La talla 38 occidental vista por una mujer feminista árabe

La talla 38 occidental vista por una mujer feminista árabe

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octubre 2, 2013 por ofeliaeol
Tánger a la vista, toca hacer la maleta. Acción a la que sigue la pregunta: ¿qué llevas para vestir allí en Marruecos? Respuesta: mi ropa. Con que sea de mi talla, tanto a mi cuerpo como a las y los marroquís, creo que les parecerá  una vestimenta extranjera correcta.
Este pequeño dialogo pre-viaje me lleva a recordar con una sonrisa la experiencia vestimentaria de la genial Fatema Mernissi, como mujer feminista árabe, en Occidente y no me resisto a compartirlo. ¡Ahí va dicha experiencia y su reflexiva visión de nuestra talla 38!
El harén de las mujeres occidentales es la talla 38
“Mientras intentaba encontrar, sin éxito, una falda de algodón en unos grandes almacenes en Estados Unidos, oí por primera vez que mis caderas no iban a caber en la talla 38. A continuación viví la desagradable experiencia de comprobar cómo el estereotipo de belleza vigente en el mundo occidental puede herir psicológicamente y humillar a una mujer. Tanto, incluso, como la actitud de la policía pagada por el Estado para imponer el uso del velo, en países con regímenes extremistas como Irán, Afganistán o Arabia Saudí.
La elegante señorita del establecimiento me  miró de arriba abajo desde detrás del mostrador y, sin hacer el menor movimiento, sentenció que no tenía faldas de mi talla: ¡Es usted demasiado grande! – dijo.
- ¿Comparada con qué? – repliqué.
- Pues con la talla 38. Lo normal es una 36 o una 38. Las tallas grandes, como la que usted necesita, puede encontrarlas en tiendas especiales.
Era la primera vez que me decían semejante estupidez respecto a mi talla.
- Y ¿se puede saber quién establece  lo que es normal y lo que no? – pregunté a la dependienta como queriendo recuperar algo de mi seguridad si ponía a prueba las reglas establecidas. – ¿Quién ha dicho que todo el mundo deba tener la talla 38? – bromeé, sin mencionar la talla 36, que es la que usa mi sobrina de doce años, delgadísima.
- La norma está presente en todas partes, querida mía. En las revistas, en los anuncios. Es imposible no verlo. Si aquí se vendiera la talla 46 ó 48, que son probablemente las que usted necesita, nos iríamos a la bancarrota. Pero ¿en qué mundo vive usted, señora? Lo siento, pero no puedo ayudarla, de verdad.
-  Pues vengo de un país donde no existen las tallas en la ropa de mujer – repliqué-. Yo misma me compro la tela, y la costurera del barrio o un artesano me hacen la falda que le pido a medida. De hecho, si quiere que le diga la verdad, no tengo ni idea de qué talla uso.
- ¿Quiere usted decir que no vigila su peso? – me preguntó con cierta incredulidad.”
Fatema Mernissi a partir de esta experiencia reflexiona sobre nuestra violencia simbólica en el último capítulo de su obra “El harén en Occidente”, uno de esos pequeños grandes libros de obligada lectura.
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“Retrato de Ana Ajmatova” de Nathan Altman.
Fatema concluye que “a diferencia del hombre musulmán, que establece su dominación por medio del uso del espacio (excluyendo a la mujer de la arena pública), el occidental manipula el tiempo y la luz. Este último afirma que la mujer es bella cuando aparenta catorce años y al dar el máximo de importancia a esa imagen de niña y fijarla en la iconografía como ideal de belleza, condena a la invisibilidad a la mujer madura”. Mernissi añade que no se ataca directamente la edad, sino que se enmascara como opción estética. “En efecto, en aquella tienda no solo me sentí repentinamente horrorosa, sino también inútil. Mientras los ayatolás consideran a la mujer según el uso que haga del velo, en Occidente son sus caderas orondas las que la señalan y marginan… El objetivo es el mismo en ambos casos.” Prosigue: “el poder del hombre occidental reside en dictar cómo debe vestirse la  mujer y qué aspecto debe tener. Es el hombre quien controla la industria de la moda, desde la cosmética hasta la ropa interior. Me di cuenta de que Occidente es la única parte del mundo donde las cuestiones de la moda femenina son un negocio dirigido por hombres. En países como Marruecos la moda es cosa de mujeres.”
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Serie “Harem” de Lalla Essaydi.
Esta es la visión acerca de la violencia simbólica occidental para una mujer árabe culta como Fatema Mernissi. Una visión que personalmente me impactó cuando la leí por primera vez, en tanto que como mujer occidental era la primera vez que sentía sobre mi cultura patriarcal la mirada crítica de una persona de origen árabe, una mirada feminista y taninflexible como nuestras miradas cotidianas al uso del velo y otras costumbres de la cultura patriarcal árabe. Fue un choque enriquecedor.  Verse a través de los ojos de “el otro” siempre lo es.
El fragmento que aquí he reproducido, resumido, su autora lo vivió y escribió hace más de una década, sin embargo no parece tan lejano. Por el contrario, resulta muy actual tanto en las cuestiones que aborda acerca del control sobre la mujer en occidente como aquellas relativas al mundo árabe. lalla-essaydi-3Cierto que, a distintos ritmos, se están produciendo avances positivos en ambos hemisferios, pero es un hecho que son lentos y que situaciones como las que vivió la escritora marroquí en aquella tienda estadounidense a finales de los 90, actualmente siguen presentes en nuestro día a día femenino.
Una de las últimas exclamaciones de Fatema Mernissi en este pasaje es: “¡Qué espanto si a los fundamentalistas les diera por imponer no solo el velo, sino también la talla 38!” Añado: ¡qué espanto si a los gurús de la moda occidental les diera por enmascarar de opción estética no solo la talla 38, sino también el velo! Doble e igual espanto si como mujeres de una cultura u otra, culquiera de ellas no son nuestra real, consciente y libre elección.
Fatema MernissiFatema Mernissi, nacida en Fez en 1940, estudió Ciencias Políticas y fue becada por la Sorbona para un doctorado en la universidad de Brandeis, Estados Unidos. Historiadora, ensayista, doctora en sociología y profesora en la Universidad Mohamed V de Rabat. También ha sido asesora de varios organismos como la UNESCO o la BIT. Es una de las intelectuales marroquíes más conocidas en Europa, destacando por su defensa de los derechos de la mujer y por ser una autoridad mundial en estudios de El Corán, así como por el estudio del impacto de las nuevas tecnologías en el mundo islámico.
Mernissi defiende un concepto humanista donde las mujeres tienen que asumir su papel luchando con la palabra, el arma principal para lograr la igualdad, y un enfoque por la lucha por los derechos humanos y la revolución a través de la mejora de las habilidades de comunicación.
En 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, junto a Susan Sontag.
 Fuente: El Harén en Occidente, de Fatema Mernissi, 2000.